jueves, 1 de diciembre de 2011

Poética

Tenía dos alternativas:

comerme los puños
o
bailar desnuda en la barra del bar.

Literalmente comerme los puños.

Literal y sin metáforas,
arrancarme los nudillos a mordiscos.

Ahora sé lo que cuesta quitarse la ropa
sin usar las manos.

viernes, 11 de noviembre de 2011

No hablaré

No hablaré de silencios, ausencias, ni pérdidas.
No hablaré.
Porque el nombre,
el sólo nombre que me asoma a la punta del dolor, lo mancillaría.
Porque no hay adjetivo que no escupa sobre él,
ni verbo que no lo enfangue.

Me lo comeré como quien se come los cristales de la copa
rota después de apurar el mejor vino de la bodega.

jueves, 27 de octubre de 2011

Reírles las gracias

Mi barrio es muy escandaloso, la gente habla a gritos por la ventana, se saluda de un portal a otro, se sienta en las aceras a tomar el fresco en las noches de verano y, por supuesto, hay niños jugando en la calle.
Este domingo, cuando dormitaba en el sofá a la hora de la siesta, oí a un grupo de chicos gritándole a un perro “¡muerde, muerde!”, azuzándole contra alguien, posiblemente, otro chaval. Como no escuché ningún gruñido, ladrido ni grito de dolor, supuse que el perro, demostrando más inteligencia que sus dueños, pasaba olímpicamente de morder a quien fuera. Me preocupó no oír tampoco ninguna risa, ni siquiera la de los azuzadores.
Mientras escuchaba la escena, me surgió la duda: igual que yo, ¿les estarían escuchando sus padres? Y si así era, ¿qué estarían pensando? Desde luego, hacer no hacían nada, porque no había más voces adultas que las que subían del bar de la esquina, discutiendo de fútbol (muy propio en domingo). En mis tiempos, la mayoría de los padres habrían acudido a la socorrida pedagogía del bofetón, que no defenderé jamás, pero que, incuestionablemente, detenía las bromas y broncas entre chavales. A la primera. “Ay, que te agarro del cuello y hago como que te ahogo hasta que te pones azul; ay, que jugamos al pressing-catch y te doblo el brazo hasta que gritas, jaja”. ¡Zas! Aparecía tu padre o tu madre y se te quitaba la tontería (y al sparring, el ahogo). El bofetón está en desuso (por suerte para todos), pero, según veo a mi alrededor (y eso no es exclusivo de mi barrio), ahora lo que se estila es reírle la gracia al chaval y quitarle importancia al asunto. A casi cualquier asunto.
Con tal de no dar la siesta por terminada, seguí dándole vueltas al asunto: ¿y qué pasa ahora si al perro en cuestión, en un arranque de obediencia, se le ocurre morder al otro niño (por supuesto, matarile al pobre bicho -no al niño, sino al perro)? ¿Qué pasa cuando la gracieta del chaval deja de tener gracia (para el que se la vea, claro), y la broma ya no es broma y el niño manda a sus compañeros al hospital porque “ay, qué divertido, vamos a echarles detergente en los ojos”? ¿Qué piensan, entonces, esos padres que hasta el minuto anterior les reían las gracias?
Hay un dicho, del que me acuerdo con frecuencia, que dice “de aquellos polvos, vienen estos lodos”. Si el niño hoy es un macarra y un matoncete de barrio, que se dedica a azuzar a su perro contra los demás niños, quizás no debiéramos sorprendernos luego, cuando, crecido por los aplausos, decide divertirse pateándole  la cabeza al vecino del quinto o pegarle fuego al mendigo de la esquina. Supongo que estoy exagerando. Ya digo que cuando trato de eludir el momento de levantarme de la siesta puedo liar la madeja hasta el infinito, pero a veces pienso si de hecho, no nos estaremos echando ahora las manos a la cabeza porque las gracietas de algunos –muchos- han pasado de castaño oscuro. Veréis, es que yo sí me acuerdo de que hace unos años, a todos nos hacía mucha gracia la chulería engominada de Mario Conde y sus aprendices, y la peseta que pedía Lola Flores, y de las palmaditas en la espalda en la barra del bar que le daban los amigotes al listo que presumía de haber comprado tres pisos por dos duros sobre plano para venderlos al año siguiente por el doble,… y, ¿sabéis? a lo mejor, de aquellas gracias nos vienen muchos de estos llantos.

martes, 4 de octubre de 2011

No lo creerás, pero hoy
mis cabellos amanecieron erizados en serpientes venenosas
y no hay secador ni atizador que domine esta revuelta.
Hoy he vuelto a sonreír con la boca pequeña,
para esconder mis colmillos,
y ese brillo que tanto te gusta en mis ojos
no es más que la loba que acecha a su presa.
No lo creerás, pero te engaño conmigo misma,
y cuando no me miras,
dejo de ser esa mujer amable
con la que crees que vives.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Homenaje a José Luis Zúñiga

De una u otra forma, José Luis Zúñiga, Zuñi, influyó en la vida de mucha gente con su ejemplo, con su alegría y, por supuesto, con su obra. El 11 de septiembre habría sido su cumpleaños y, para celebrarlo, el sábado 10, por la noche, unos cuantos amigos y seguidores nos juntaremos en los Diablos Azules para celebrar el tiempo que le tuvimos.

¡Os esperamos!

domingo, 28 de agosto de 2011

Parte de mi dolor


Déjame devolverte parte del dolor que me diste,
sólo parte, sólo las noches en blanco,
sólo los amaneceres oscuros.
Déjame poblar tus pesadillas,
esconderme en las sombras que te asustan,
perturbar tus paisajes interiores.
Sólo parte de mi dolor, soy así de generosa.

El frasco de lágrimas con tu nombre,
ése, me lo quedo.
Seguirá escondido bajo mi cama,
me pertenece, sólo mío, no lo comparto.
Soy así de egoísta.
Esas lágrimas que guardan
lo mejor de mí, lo que dejaste de ti,
me recordarán, como un feto en formol,
todo lo que me pudriste dentro.

domingo, 7 de agosto de 2011

Nocturnia

Me pido cada hueco de tu cuerpo,
cada pliegue y cada falla de tu geografía;
los mares de tus ojos,
los ríos de tus manos,
la erupción de volcán en tu sexo.
Todo eso es mío,
y más.
Y tus jadeos,
y el rastro de saliva que dejas en mi cuello,
el eco de tu boca en la mía,
los surcos que aran mis uñas en tu espalda.
Y tu noche, y el deseo,
y la sombra que te abraza.
Todo eso es mío.
Por eso lo mejor será que te busques
una mujercita que te quiera de día,
que reciba tus despojos con los brazos abiertos
y que cure con sus besos mis heridas.

viernes, 5 de agosto de 2011

Sin tregua

Se supone que estoy de vacaciones. Se supone, incluso, que estoy de retiro "poético", y que este mes de agosto me iba a dedicar exclusivamente a la literatura. Se suponía... inocente de mí. ¿A quince días de la visita del Papa, de verdad pensé que las cosas iban a estar tranquilas en Madrid? Ni Heidi podría haber sido tan ilusa.

Me desayuné el martes con la noticia del desalojo de Sol. Con nocturnidad y alevosía. A las seis de la mañana se presentaron allí las fuerzas del orden, supongo que bastante avergonzados, y desmantelaron el puesto de información del 15M, el símbolo de Acampadasol, de los indignados, el corazón de la protesta. Y creo que estarían avergonzados porque las seis de la mañana es la hora de los ladrones, de los hechos deshonestos, de las emboscadas a traición.

Hoy, jueves, de cena, para que me vaya "calentita" a dormir, me entero de la carga policial frente al Ministerio del Interior. En el momento en que escribo esto, estoy tratando de confirmar la noticia de que las cargas continúan por la Castellana.

A todo esto, por la mañanita se me ocurrió comprar el periódico y me encuentro con unas declaraciones de nuestra "querida" Espe, en las que dice que será "un honor y un privilegio poner a 1,5 millones de jóvenes detrás del Papa, con unos ideales humanos y altruistas". Claro, Esperancita, es que la democracia, la justicia y la transparencia no lo son, ¿verdad? Puesto que, por ahora, y parece que va para largo, vas a gobernar a todos y todas los y las madrileños y madrileñas (permitidme el exceso), sería una buena idea que nos explicaras exactamente a qué llamas "ideales humanos y altruistas" para que nos entendamos.

Creo que desde el movimiento 15M ya hemos explicado sobradamente qué consideramos nosotros lo justo, lo bueno, lo que debe ser, los valores que deben regir la vida pública, los mínimos de convivencia y gobierno. Ahora os toca a vosotros, políticos, porque aún no habéis dicho ni pío, lo cual me hace pensar que quizás no sabéis de lo que habláis o, peor aún, sí que lo sabéis, como sabéis que lo que estáis haciendo es contrario a la decencia, a los derechos fundamentales del ser humano, es una conculcación de la democracia y de sus valores... y, en un resto de vergüenza, ante la evidencia de vuestros actos, por lo menos, tratáis de esconder la cabeza debajo del ala y a ver si escampa el temporal... en fin, inocente que es una.

miércoles, 20 de julio de 2011

Sólo un juego

Juguemos a que no te quiero:
hagamos como si mis pulmones no necesitaran el aire que respiras.
Juguemos al pilla-pilla: tú la llevas
y yo corro y me río y te miro de lejos;
y tú, sin resuello,
en medio del patio del colegio,
aprendes a guardar las manos y los besos.
Juguemos a las nubes:
búscame la forma, hasta que te llueva.
Juguemos a que soy tú:
tan ligera que te rompo si te toco,
tan fría que te abraso si te acercas.
Después jugarás con las cenizas de mis pedazos.

miércoles, 29 de junio de 2011

(de porqué no entiendo a Federico García Lorca, ni falta que me hace)

Te canto, te leo y,
sin saber porqué,
me pones la piel de gallina idiota.
Busco y remuevo tus versos,
los analizo como un forense
y
cuanto más los estudio,
menos entiendo.
Y, sin embargo, cuando al descuido
ojeo algún soneto, alguna línea,
vibran en mí las cuerdas de tus guitarras,
asoman tus lunas
y oscurecen tus noches
devorando mis palabras.
Y me vuelvo gitana chiquilla
y bailo en la amanecida
al son de gritos elípticos
que van de verso a monte,
hasta caer rendida,
muerta en una calle, donde nadie me conoce.

miércoles, 8 de junio de 2011

Con tu nombre, Amor, forjé los barrotes de mi celda.
En tu nombre trencé las cuerdas
con que me até
una y otra vez.
Tu nombre, Amor, fue bandera de mi reino
y ley de mi silencio.
Por tu nombre rendí mi cuerpo
y amordacé mis sueños.

Pero quizás sea ahora tiempo de dinamitar
los cimientos de tu cárcel,
de gritar entre los escombros
que tu nombre ya no es más
cancela ni reja
y alejándome de ti, buscar
amores pequeños, ligeros, ingrávidos;
amores hechos de aire y espuma de cerveza.
Olvidar tu nombre, Amor, tan pesado
y poder, libremente, amar.

martes, 31 de mayo de 2011

El horror es

mirarme en tus ojos
y no reconocerme,
buscarme más allá de tus pupilas
y no encontrar más que una figura de barro
con la mueca de una sonrisa desdibujada.

El horror es

diluirme en un mar de identidades,
desaparecer frente al espejo,
llamarme a gritos y no responderme.
Un nombre vacío,
un cuerpo de mil almas,
un espíritu sin cuerpo.

El horror es

saber que soy sin ser,
que habito sin vivir,
buscar sin hallar el latido en mi pecho.

El horror es

no saber quién se levanta de mi cama,
quién se cepilla mis dientes,
quién se calza mis zapatos.

El horror es esta vida.
El horror soy yo.

jueves, 26 de mayo de 2011

Esta noche juntaremos soledades,
fingiremos lujurias que escondan el vacío,
acallaremos el silencio con gritos y gemidos,
y saciaremos a bocados el ansia de ternuras.
Pero antes de que amanezca
nos despediremos,
a oscuras,
para que ninguna luz
ilumine los ojos
a los que no podríamos mirarnos.

viernes, 20 de mayo de 2011

He vivido en una época de héroes
y heroínas; de grandes objetores
al sometimiento y a la persecución.
(David Marshall)

No se me va de la cabeza. Lo único que puedo pensar estos días es "¡qué grande!". El domingo 15 de mayo, en la Calle Alcalá, miraba a mi alrededor y se me aceleraba el pulso, se me ponía cara de idiota, con una sonrisa a medio camino entre la incredulidad y la esperanza. Porque de eso se trataba y se trata todo esto: de esperanza.

Ese "por fin hemos despertado", esa indignación que recorre el mundo quiere decir, sencillamente, que hemos recuperado la fe en nosotros mismos, la esperanza del cambio, la convicción, de hecho, de que un cambio es posible y de que está en nuestras manos. La mecha de la que os hablaba hace poco ha prendido y ahora no hay quien la pare. No podemos consentir que se apague. No ahora.

Gente de todas las edades, condición, ideología, se lanzó a la calle, tomó su espacio, nuestro espacio, lo reconquistó en un acto político. En democracia, el pueblo tiene dos formas principales de participar: la acción cívica y el voto. Desde el domingo, la ciudadanía está ejerciendo la democracia, usándola, viviéndola.

Sí, estamos haciendo política, claro que sí, porque estamos interviniendo en la vida pública que, a fin de cuentas, es nuestra vida. Y bajo ningún concepto podemos tolerar que se nos acuse de entorpecer el proceso electoral que, si no estuviera en manos de tanto ladrón, sería precisamente esto: el pueblo ejerciendo su derecho de expresión, el pueblo eligiendo el futuro que quiere.

Como todas las revoluciones, esta también pasará, y dentro de 30 o 40 años nuestros hijos y nietos nos llamarán traidores y vendidos, como se lo llamamos nosotros a los de mayo del 68, pero dará igual, porque lo importante es el momento, son los avances, grandes o pequeños, que consigamos ahora. Lo importante es que a la clase política y al capital no les va a quedar más remedio que escucharnos. Por ahora: YES WE CAMP!

viernes, 13 de mayo de 2011

Te echo de menos
con la compulsión de la lengua que repasa
el hueco de la muela que falta.
Con el dolor de la pierna amputada,
con el hábito de la mano que hurga
en todas las llagas,
te echo de menos.
Con la soledad de quien busca y sólo encuentra,
noche tras noche,
el vacío blanco de una almohada.

lunes, 9 de mayo de 2011

Bien, ahora que estamos todos y todas de vuelta de vacaciones, puentes y fines de semana, aprovecho para dejaros aquí una convocatoria imprescindible (y luego no digáis que no os avisé).


El martes que viene, 17 de mayo, habrá un recital de poesía en el Ateneo de Madrid, a las 19:30, en homenaje a las Brigadas Internacionales, así que ya podéis ir reservando la fecha en vuestras agendas, porque quien se lo pierda se va a tirar de los pelos cuando se lo cuenten.

sábado, 7 de mayo de 2011

martes, 3 de mayo de 2011

A vueltas con mi barrio otra vez, me dio por pensar (sí, a veces lo hago) en el tema de las intervenciones urbanísticas, con las que se supone que mejoran las condiciones de vida de los vecinos. La idea es que las intervenciones en el espacio físico repercuten en el espacio social y que si arreglamos y embellecemos los barrios "deprimidos", "marginales"... la gente será más feliz y descenderán los índices de delicuencia y no sé cuántas cosas más. Hasta ahí, todos de acuerdo, y seguro que en los mundos de Yupi es así. Venga, no voy a ser tan cínica: es verdad que funciona... al menos en teoría.

En la práctica lo cierto es que las intervenciones urbanísticas (las rehabilitaciones de viviendas, las construcciones de otras nuevas, los beneficios y exenciones fiscales con los que se pretende atraer negocios, comercios...) no están pensadas para los vecinos que ya viven en el barrio, sino para los de fuera, para atraer a otra gente que desplace a la de toda la vida. ¿O de verdad alguien se cree que los vecinos de Ballesta van a ir a comprarse modelitos a David Delfín? ¿O que van a empezar a comprar el pan en los Delicatessen, a euro el bollito con semillas de todo lo que, en mi pueblo, le daban de comer al ganado? ¡Venga ya! 

La idea no es que esa gente fea y triste, que afea y entristece nuestras calles, se quede a vivir en los barrios mega-chachi-guays que construimos, sino que ellos se vayan a vivir a otra parte (¿al extrarradio?) y que el barrio súper-fashion-de-la-muerte que estamos diseñando se nos llene de modernikis con aires bohemios y pose de alternativos, que molan mucho más que los bohemios y alternativos de verdad, y encima manejan mucha pasta.  

Indudablemente, una vez nos hemos quitado de encima a todos los zarrapastrosos del barrio (cuando todos los yonquis se han muerto y ya no hay putas, y los que arrastraban el hábito de la miseria se han mudado), claro que mejora la calidad de vida, claro que la gente es más feliz, vive más tranquila y hasta es más guapa, pero entonces, aunque el barrio se llame igual y tenga las mismas fachadas, no lo habremos mejorado, sino que habremos construido otro barrio distinto sobre los escombros del viejo y esas masas de gente infeliz y marginal lo único que habrá hecho es trasladar su miseria a otra parte.

Pero, claro, se me olvidaba, qué nos importa, si ahora tenemos un barrio mega-fashion en el centro, a sopotocientos euros el metro cuadrado, lleno del glamour que da la bohemia maquillada y la gente guapa, que podremos exhibir en todas las ferias de diseño urbano del mundo para gloria de esta, nuestra ciudad.

lunes, 2 de mayo de 2011

Hace no mucho leía un relato de Carlos Salem en el que el narrador decía vivir en el pubis de Madrid. El pubis no me parece un mal sitio para vivir. En mi caso, vivo en algún lugar entre el culo y el desagüe, en el antiguo barrio chino de un pueblo de la periferia de Madrid.

Cuando me mudé, no pensé que una zona tan céntrica, tan bien comunicada y al bordecito mismo de las calles y avenidas principales pudiera albergar tanta miseria. Gran error etimológico por mi parte, puesto que la marginalidad es, precisamente eso, lo que crece en los márgenes, la basura que se acumula en la puerta trasera de los palacios.

"Esto ya no es lo que era" me decía un vecino cuando me instalé. "Hace tiempo que se murieron todos los yonquis y ya no hay putas". De aquellos tiempos, es cierto que no quedan yonquis y tampoco parece que haya prostitutas (se morirían de hambre de haber permanecido aquí), pero quedan ciertos hábitos que deja la miseria y que hacen miserable todo lo que tocan. La desesperación y la desesperanza son costumbres difíciles de erradicar, como el vivir a la defensiva.

Los hábitos se extienden a las instituciones: nos hemos pasado todo el invierno con el alumbrado a medias, al paso del barrendero queda el mismo rastro de porquerías que hay por delante de su carrito y la policía pasa por aquí, siempre en coche y siempre y cuando no la llames, no vaya a tener problemas de verdad. Creo que incluso vienen aquí los chavales de los alrededores a montar jaleo, porque el abandono de los que tienen que velar por nosotros y la desidia de los propios vecinos les da cierta impunidad que cuatro calles más arriba sería impensable.

Tenía la ilusión de que en mi barrio, como en tantos otros, se desarrollaría algún tipo de movimiento vecinal, una conciencia de clase o algo así, pero aquí no se pasa de la desconfianza hostil hacia todo el que, por descuido o atajo atraviesa sus cuatro calles, y exhibicionismo resentido de a ver quién grita más fuerte y escupe más lejos.

Como es lógico, los que han podido, han huido. Le gente de mi edad (más o menos), que creció con el miedo en el cuerpo, retirando jeringuillas para poder jugar al balón, llegando simpre pronto y a carreras para evitar problemas a la vuelta de cualquier esquina, están encantados en los barrios a estrenar de la periferia de este pueblo periférico de por sí, y aquí sólo quedamos los viejos nacionales, los jovenes de importación, los gatos callejeros y yo. 

viernes, 29 de abril de 2011

Vivo exiliada del silencio
en el ruido blanco del tumulto,
en la cháchara contínua y sinsentido
de este guiñol absurdo.
Títeres de ojos pintados
y oídos atrofiados,
cráneos huecos en los que retumba
el vacío de sus propias voces.
No quiero ser uno de ellos,
muertos vivientes en putrideros de diseño,
manos descarnadas que hurgan en mi cerebro
mientras yo me agarro
a los clavos ardiendo
con los que remacho
mi propio féretro.

martes, 26 de abril de 2011

Nos dijeron que seríamos héroes.
Nos señalaron y dijeron:
seréis nuestros héroes,
acabaréis con el enemigo
que amenaza
nuestros hogares, nuestra patria.
Nos envolvieron en sudarios pardos
demasiado grandes, demasiado pronto.
Nos dieron armas, fusiles de asalto,
demasiada muerte en las mismas manos.
Ebrios de honor y de gloria,
borrachos de poder,
nos llevaron a un país extraño
donde había otros hombres
que defendían
sus hogares, su patria,
enfundados en los mismos sudarios pardos,
con la misma muerte en las manos.

Jinetes en caballos blindados,
ángeles exterminadores,
es matar o morir
y el miedo hace el resto.

Nos dijeron que seríamos héroes.
Ebrios de honor y de gloria
nos trajeron hasta aquí.
Y ahora miro a mi alrededor y sólo veo
macabros puzzles sanguinolentos,
que fueron mis hermanos,
mis compañeros.
No hay honor en la sangre derramada.
No hay gloria ganada en estas ruinas
de retazos de cuerpos y tierra quemada.

domingo, 24 de abril de 2011

Caminando en verso


El próximo 27 de abril (miércoles, para más señas), a las 20:30, unos cuantos miembros de Cultura Indigente estaremos en la Casa Regional de Castilla-La Mancha en Alcobendas para compartir un rato de poesía con quien se quiera acercar por allí, dentro de las actividades culturales que organizan para celebrar el Día del Libro.

Leeremos:

Eduardo Andradas
Ricardo Bórnez
JR Crespo
Paz Hernandez
Mery Malaya
Ana Aneiros
(sí, yo también)

jueves, 21 de abril de 2011

Lo malo de llevar varios días sin actualizar el blog es que acaba una mintiendo un poco. Sí, os he "tangado": hace varios días que el Señor Pereira no me acompaña (hablaré de él otro día) y últimamente miro la vida a través de las gafas de Constantino Bértolo, que debe de tener la misma graduación que yo, porque estoy la mar de cómoda con ellas.


Tenía su libro ("La cena de los notables", Ed. Periférica) pendiente de leer desde el verano pasado, pero entre unas cosas y otras, me surgían otros compromisos o apetencias lectoras y lo iba posponiendo. La semana pasada, Rafael Reig al final de su artículo en el ABC Cultural lo recomendaba para desacralizar la literatura y, aunque me considero más fetichista que mística en relación con ella, decidí que era su momento.

Sólo llevo aproximadamente la mitad, pero ya me ha hecho reflexionar sobre muchas cosas. El último "¡eureka!" de anoche fue que me puso delante de los ojos qué es exactamente lo que tengo contra el best-seller como género. No es una cuestión estética ni literaria: algunos autores de best-sellers son magníficos construyendo tramas y situaciones, y se puede aprender mucho de ellos. Lo que tengo en contra del best-seller es una cuestión ideológica.

El hecho de que un texto literario no suscite preguntas (o te dé las respuestas a las preguntas que plantea) constituye una forma de perpetuar el sistema de valores imperante. Esta lectura de evasión de la que habla Bértolo (que es como se leen los best-sellers) se relaciona directamente con la actitud "apolítica" de muchas personas. El "a mí no me interesa la política" esconde un rechazo al cuestionamiento crítico de la realidad, tanto individual como colectiva, que, por otra parte, están indisolublemente ligadas (de igual modo que no existe individuo sin sociedad, no existe lo privado sin lo público, o sea, lo político). Esta mirada acrítica sobre la realidad es, en el fondo, una aceptación implícita del estado de las cosas y, por tanto, ya es una posición ideológica. Muy conservadora, por cierto.

No diré que los lectores de best-sellers sean conservadores, ni mucho menos. Hace tiempo que aprendí que ese tipo de silogismos simplistas son a menudo falsos, pero sí me parece preocupante que el ámbito de la (supuesta) cultura esté copado por este tipo de representaciones: películas, libros, prensa... se han contagiado de esa especie de "ley del mínimo esfuerzo" que parece regir las apetencias y fidelidades del público. Lo que a veces me pregunto es si fue antes el huevo o la gallina, si los medios se han vuelto tan inmediatos y obvios porque es lo que el público demanda o si el público se ha vuelto tan "comodón" porque le han convencido de que eso es lo que quiere.

Más sobre este magnífico libro, cuando lo termine.

miércoles, 13 de abril de 2011

Si es que me atrevo con tó.
 
Os dejo un enlace a una reseña-comentario-análisis sobre el libro de Inés Mendoza "El otro fuego", publicado en Literaturas Fantástikas y otras, el blog de Lola Robles (lo tenéis permanentemente aquí mismo, a la izquierda, porque es uno de mis sitios de referencia para tantas cosas...).

Gracias, Lola.

domingo, 10 de abril de 2011

Querido Miguel:
Me marcho. No me esperes, porque no volveré. Así están las cosas: no puedo competir con un fantasma. Sé que Elia fue tu primer amor, desde el instituto, que fue tu primer beso, tu única novia, que no os separasteis ni un sólo día hasta aquella madrugada en el hospital, entre tubos y sangre reseca. Ella siempre será joven, siempre bella, siempre sonriendo...
Por eso me voy: no soporto verla en cada rincón de la casa, a todas horas y, sobre todo, no soporto que se empeñe en meterse en la cama con nosotros cada noche.
Te quiere,
Ana.

miércoles, 6 de abril de 2011

Del trabajo y otras prebendas

Hasta hace bien poco yo me consideraba una privilegiada por tener un trabajo razonablemente bien remunerado con un contrato indefinido. Y lo decía casi con cierto pudor (“sí, tal y como están las cosas, no me puedo quejar...”). Caía en la trampa del lenguaje, sin pararme mucho a pensar qué era lo que estaba diciendo.

Hace unos meses, el uso hasta la náusea de este término me hizo replanteármelo: los controladores aéreos eran unos privilegiados porque ganaban mucho dinero, los funcionarios eran unos privilegiados porque tenían un empleo fijo... Se les calificaba a ellos de privilegiados para descalificar sus reivindicaciones y cuestionar su derecho a defenderlas como buenamente pudieran. Y entonces me dio por mirar en el diccionario:

Privilegio: exención de una obligación o ventaja exclusiva o especial que goza alguien por concesión de un superior o por determinada circunstancia propia.
Privilegiado: que goza de un privilegio.

Efectivamente, ser controlador aéreo, funcionario o empleado de metro, es una circunstancia propia (a la que, por cierto, suele llegarse con mucho esfuerzo), pero ¿de qué obligación les exime? ¿qué ventaja exclusiva o especial les otorga? Privilegiados son aquellos que nos han traído hasta donde estamos y han sido eximidos de la obligación de pagar sus chanchullos, y han recibido la ventaja especial de unas ayudas millonarias para salvar sus negocios.

Entonces, ¿por qué se llama privilegiados a los primeros y se calla sobre los segundos? ¿No será, digo yo, que en su lógica perversa, el sistema está retorciendo, a través del lenguaje, lo que era un derecho fundamental (el trabajo) para convertirlo en un privilegio?

Veamos algunas consecuencias de esto: defender un privilegio está mal visto, peor aún en época de vacas flacas, cuando todos nos estamos apretando el cinturón y parece (y es) una falta de solidaridad. Sin embargo, defender un derecho es harina de otro costal, y ahí se corre el riesgo de que cunda el ejemplo, prenda la mecha y estalle el polvorín, porque con casi cinco millones de parados y los recortes que estamos sufriendo en el gasto social, en el empleo y hasta en las libertades individuales, hay demasiadas manos cerca de las cerillas.

domingo, 3 de abril de 2011

Cuando era pequeña, la gente esperaba que de mayor yo escribiera libros muy bonitos llenos de grandes palabras (amor, belleza, felicidad...), pero a mí las palabras grandes, como los grandes espacios y las grandes ideas, siempre me han dado miedo, como cuando de niña me aterrorizaba caerme al váter y perderme por el desagüe al tirar de la cadena. Exactamente, el mismo miedo.

A mí me gustan las palabras pequeñas, manejables, las palabras que se mueven (besar, mirar, sonreír...) y más aún las que se pueden tocar (boca, manos, ojos...). Cuanto más pequeñas, más cómoda me siento entre ellas (el hilillo de baba que te cuelga de la comisura de los labios cuando duermes, el ángulo que forma el cigarrillo con tus dedos cuando fumas, las arrugas que te enmarcan los ojos cuando me sonríes...).

Las palabras grandes, como las grandes ideas, las consignas y los buenos deseos, me recuerdan a las enciclopedias que había en las casas cuando éramos pequeños, aquellos libros pesados e inútiles que sólo servían para decorar el mueble del salón porque, a la hora de la verdad, todos preferíamos el pequeño diccionario escolar para sobrevivir, día a día, a los deberes, los periódicos y los chistes de los mayores, que siempre nos quedaban demasiado grandes.

jueves, 31 de marzo de 2011

Me dices que me quieres
mientras me agarras el cuello bajo la bufanda.
Me dices que me quieres
mientras besas la palma de mi mano cerrada.
Me dices que me quieres
mientras aplastas mi pecho contra tu pecho.
Y yo aprieto los ojos y las piernas
pero tú te abres paso como un gusano,
como una araña inoculas tu veneno.
Lloro lágrimas secas, respiro sin aire
y me hago pequeña bajo el peso de tu aliento,
tan pequeña,
que pisas mi cadáver al marcharte.

miércoles, 30 de marzo de 2011

Siempre te quejas,
me dices que no lo aguantas,
que no soportas no saber
lo que pienso
lo que siento
lo que quiero.
Mi silencio se te hace intolerable.


Pero yo
no puedo hablar
si no quitas tu mano de mi boca.


Ahora es mi mano en la boca,
los dedos hasta la garganta para vomitar
las palabras y las cosas que he tragado:
tantas miradas, tantos reproches,
tantos silencios, tanta furia.


Apártate
si no quieres que te manche,
porque estoy ciega
y no sé
o no me importa
a quién salpique.

martes, 29 de marzo de 2011

Yo, por principios, nunca voy a visitar a nadie al hospital. Me parece demasiado impúdico. Esto me ha costado muchas críticas y más de una enemistad. Nunca de los pacientes, dicho sea de paso, sino de sus acompañantes, toda esa gente a la que le parece un plan tan estupendo pasar la tarde en la habitación de un enfermo como ir al cine. Y sale más barato, oye, y encima, qué bien quedas. Eso por no mencionar lo bien que le sienta a la conciencia: fíjate qué buena amiga soy, que fui a hacerle compañía a Martita después de la operación. Y la pobre Martita, recién operada, convaleciente, dolorida y harta de todo, aguantando el tipo, sonriendo y agradeciendo las visitas.

Y ahí está también el pobre marido de la pobre Martita, a quien todo el mundo se empeña en distraer y echar de allí (tú vete a tomar un café o a descansar, hombre, que ya nos quedamos nosotros con ella). Y a nadie se le ocurre que a lo mejor él no quiere distraerse ni descansar, sino quedarse a solas con Marta. Sin público, sin sonrisas.

Pero no, allá que acuden las hordas de familiares y amigos a distraerles, a hacerles compañía. Y te llaman por teléfono, ofendidísimos: oye, ¿cómo no vas a venir a ver a Martita, con lo mal que lo está pasando la pobre, todo el día ahí, solita y aburrida? Y tú, que piensas: aburrida, seguro, pero sola, ni para ir al baño. Si hay algo absolutamente imposible en un hospital es quedarse sola ni un minuto.

Estas visitas, además, siempre tienen una gran experiencia y conocimientos ¡en todas las especialidades! Da igual lo que haya dicho el médico, ellos siempre conocen otro caso o a otro especialista o a ellos les pasó… Por supuesto, también saben cuándo hay que hablar con el médico, llamar a la enfermera si se acaba el gotero (hay que ver qué neura tienen los acompañantes con los goteros)… es lo que tiene pasarse las tardes enteras allí.

Y es que en el fondo nos gusta el morbo del hospital, el espectáculo del dolor ajeno. Algunas visitas parece que hasta se ofenden cuando llegan y el paciente no tiene pinta de paciente, ni mala cara, ni se está quejando de lo mucho que le duele o lo mal que le tratan. Entonces, se ponen a curiosear por las demás habitaciones, en busca de un enfermo que sí sepa comportarse, que les haga sentir, de verdad, que ellos están allí de visita.

viernes, 25 de marzo de 2011

Te usaré. No te hagas ilusiones, no es tu boca la que muerdo, ni tu nombre el que grito. No eres tú el que me visita en sueños ni es a ti a quien espero húmeda y anhelante. Pero a veces mi deseo necesita hacerle carne y te he elegido a ti, precisamente a ti. No tienes sus ojos ni sus labios, no dices sus palabras, no eres nada de él. No eres nada de mí. Por eso te elijo. Eres significante vacío al que yo lleno de significado.

Y tú... me preguntas si sabe que no es más que un muñeco en el que clavo mis agujas, trozo de tela relleno de tu recuerdo, que cada día quemo para invocarte. A veces se le olvida. Hasta que llego con las pupilas dilatadas, jadeando como un animal, y te llamo por su nombre, y él sabe que no le llamo a él, que no será a él al que deje vacío y exhausto, aunque sea él quien se vacíe, que no será su semen el que reciba, aunque sea él quien se corra dentro de mí.

¿Te gusta saberlo? ¿Te gusta saber todo esto? Seguro que me piensas desnuda, abrazada a otro cuerpo, otros labios besándome, otra lengua lamiéndome, otras manos aferrando mis caderas. Y yo te miro por encima de su hombro. ¿Me ves? Claro que sí. Me miras y sonríes benévolo con esta escena de sexo domesticado, como diciendo "juega y diviértete, niña mía, enreda a ese pobre diablo entre tus piernas. Luego vendré yo y sacudiré hasta el último de tus nervios, te aprisionaré en cualquier rincón, te follaré inmisericorde, te morderé donde él te lamía, desgarraré la piel que él acarició, porque sólo yo soy el dueño de tu deseo".

Sé que en cuanto me llames, volveré a ser yo la que arda en tu pira, cordero sacrificial de un dios cruel, que me hace y me deshace a su antojo, demiurgo de mi ser, alfarero de mi deseo. Ahora, sólo di mi nombre.

jueves, 24 de marzo de 2011

EL CONTRATO (de Ana Pérez Cañamares)

A todo me he entregado
como si fuera a durar.
Con cada persona
cada casa
cada ciudad
firmé un contrato
escrito sobre la piel.

Para decir adiós
he tenido que arrancarme
las cláusulas
a tiras.
Así ha sido
una y otra vez.
Con cada persona
cada casa
cada ciudad.

La letra pequeña
se esconde ya
entre cicatrices.




La primera vez que escuché este poema, pude oír perfectamente cómo se me abría otra herida en el pecho. Desde entonces, cada vez que lo escucho y cada vez que lo leo, noto el hilillo de sangre que se me escurre por entre las costillas, recorriendo las cárcavas de otras cicatrices, unas más recientes, otras tan antiguas como la piel que horadan.

Y no escarmiento. Tal vez porque hay gente que nacemos así, con vocación de tinta en la sangre y piel de papel, saltadores a tumba abierta, ¿para qué cuidarse? ¿Para qué mirar si hay agua en la piscina? Y cuando tienes la piel tan curtida, tantos costurones, los ojos encallecidos de llorar, la espalda doblada de tanto peso, te dices que ya no importa, que no hay en este mundo un sufrimiento que no hayas probado y los has sobrevivido a todos, pero te olvidas de que siempre cabe otra herida, otro corte, otro desgarrón.

Y así vas dejando a tu paso un rastro de sangre que alimenta al mundo. Y mientras tú te mueres, sólo te queda el consuelo de mirar atrás y ver que todas las flores, las ortigas, los árboles y hasta las piedras y las farolas que hay allí han salido de ti, que si tú no te hubieras derrochado a manos llenas, el mundo a tu espalda no sería más que un inmenso erial, un desierto de hielo.

miércoles, 23 de marzo de 2011

lunes, 21 de marzo de 2011