aunque se escurra entre los labios
apenas dicha.
Bendito el efímero gozo del cuerpo,
la piel de fiesta,
el corazón batiendo palmas,
redoble de tambor a destiempo.
Bendita congoja de flores que se
arraciman en la garganta,
benditas hormigas en los dedos,
la súbita incandescencia en el pecho,
la velocidad y el vértigo en el
estómago.
Benditas las noches en blanco a la luz
de una sonrisa.
Benditas las horas perdidas con los
ojos fijos en un recuerdo.
Benditos todos los segundos que hacen
que respirar
parezca un acto con sentido.